(...) Hay quienes dicen que todo
tiempo pasado fue mejor… el joven vive de la esperanza y el viejo… de los
recuerdos… pero algunos pobres condenados, algunos locos psiquiátricos con
complejo de elefantes de Dalí, demacrados y deformados por fuera, pervertidos y
totalmente anormales, pero con una capacidad de memoria inmensamente
inmisericordiosa, macabra y maquiavélicamente manipuladora… pero algunos pobres
diablos, como decía, son viejos toda su vida… la memoria, si bien ha sido uno
de los grandes dones otorgados a la humanidad, traedora de progresos y avances
ha sido la condena y tortura de muchos integrantes de esta masa de casi
humanos… algunos de los casi humanos vemos el pasado como la clave del futuro…
no tenemos intenciones de ceder ante el progreso… ni ante nuestros “pares” ni
ante nuestros (escribo esta palabra con un asco interior inmenso) “superiores”…
bienes raíces… un bien raíz se devalúa según varios factores… pero el más
importante es el tiempo… el maldito, bendito, endemoniado, santo, caro, sofocante
y destructor tiempo… una casa nueva siempre es bonita… su techo es de madera
muy noble, sus paredes de fuerte concreto tipo “A” y ladrillos cocidos… sus
cimientos de piedras imponentes y cemento reforzado… todo va cediendo ante el
tiempo… el cielo se derrumba… las cruces de madera que soportan el techo
comienzan a podrirse… no queda más que destruir el cielo, arrancarlo por
completo, destruir cada una de las vetas de madera que unen como un todo el
techo, quemar la cruz y quedar a oscuras
ante la noche… ante el universo.. lógico, racional, inmenso y absoluto… luego
de quedarte a oscuras… sólo contigo … valiéndote por ti mismo… comienza a
entrar la humedad, el frio, el calor, comienzan los problemas… el moho carcome
las murallas de concreto tipo “A”… tu casa se ve mutilada… caen los cuadros de
tus familiares… la pintura de las murallas se torna anaranjada por el oxido
ferroso de las cadenas y pilares puestos dentro de las paredes… luego se tiñen
de un rojo desesperante para al fin culminar en un negro un tanto verdusco,
propio de la gangrena y la lepra… luego de quedarte sin murallas ni techo…
comienza lo peor… la naturaleza comienza a llegar a tus cimientos… los
principios de tu hogar, de tu casa… el agua inunda los cimientos, los pulveriza
cada vez más, el calor los agrieta, los temblores los separan y muelen entre sí
mismos… no te queda más que mirar al cielo y esperar… pero el cielo se pudrió,
lo destruiste… lo inutilizaste con el paso del tiempo… los terremotos amenazan
con destruirlo todo… corres a refugiarte al marco de una puerta… no tienes ni
murallas ni puertas, te las ha quitado el tiempo… pero no te preocupes, no hay
cielo que caiga sobre ti, ni murallas para ladearse y aplastarte… los cimientos
se destruyen… ahora no tienes más que un orificio en la tierra contigo adentro…
sé paciente… el viento, la lluvia y el sol te sepultaran el mismo agujero que
cavaste…
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